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Taller:

La Santísima Virgen

El Padre de la Iglesia, San Jerónimo, dijo que “a los demás se distribuye con medida, pero en María se derramó al mismo tiempo toda la plenitud de la gracia”. Hija del Padre, Madre del Hijo, Esposa del Espíritu, la Santísima Virgen ocupa un lugar profundamente único en el Cuerpo Místico. Ella es la criatura más excelsa de la Iglesia, modelo por excelencia de la fe, la esperanza y el amor para todos los cristianos. El Papa San Juan Pablo II dice de ella, “¡Salve santa María, espejo sin mancha! En ti la Iglesia contempla la purísima imagen de su gloria futura!” (San Juan Pablo II, Audiencia General, 3 de septiembre de 1997). Este taller analiza lo que Dios reveló a la Iglesia sobre Nuestra Señora y cómo esas verdades nos forman bajo su maternidad como discípulos fieles.

“Bendita tú entre las mujeres . . .” –Lucas 1:42

Este taller te ayudará a:

  • Tener una comprensión más profunda de las verdades sobre la Santísima Virgen y cómo estas mismas nos enseñan sobre su Hijo.
  • Expandir tus habilidades para comunicar las enseñanzas de la Iglesia sobre nuestra Santísima Madre.
  • Apreciar cómo María tiene un lugar único y vital tanto en nuestras vidas como en la fecundidad de nuestro ministerio.

“¿Quién es ésta que va subiendo cual aurora naciente, bella como la luna, brillante como el sol, terrible como un ejército formado en batalla?” –Cantares 6:10

La Santísima Virgen es prefigurada, es decir, es representada de manera anticipada, en el Antiguo Testamento. San Bernardo de Claraval nos da ejemplos bellísimos de esto en su poema, “Las grandezas incomparables de María”, donde nos habla de la Santísima Virgen como la zarza ardiente de Moisés.

Para esta actividad, vamos a empezar por leer el pasaje bíblico de la zarza ardiente. Lee detenidamente y con espíritu de oración el pasaje del Éxodo 3:1-5, primero en voz alta y luego en el silencio de tu corazón. 

Trata de usar tu imaginación para ponerte en el lugar de Moisés al darse cuenta de que las ramas de la zarza no se estaban quemando, aunque ardía el fuego. ¿Qué ves? ¿A qué huele? ¿Qué sientes en tu piel? ¿Qué sientes al escuchar la voz de Dios hablándote de la zarza y diciéndote que estás pisando tierra santa?

Ahora piensa en la Santísima Virgen y todo lo que sabes de ella, por ejemplo: Que Dios mismo, la Luz del Mundo, habitó en su vientre por 9 meses; que fue virgen antes, durante, y después de dar a luz a Nuestro Señor; que ella siempre nos lleva a escuchar la voz de Jesús como lo hizo en las bodas de Caná, y cualquier otra cosa que se venga a tu mente.  

Ahora, lee el pasaje del Éxodo una vez más pensando en María como la zarza ardiente. En el espacio provisto, escribe cómo puedes ver la conexión entre la zarza ardiente y la Santísima Virgen.

“He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra”. –Lucas 1:38

En este segmento, la presentadora nos habla de dos posturas de la Santísima Virgen: primero la postura de receptividad, la postura esencial que la permite recibir su vocación del Señor, la postura que la permite llegar a hospedar a Dios dentro de su cuerpo. La segunda postura es de acción, o respuesta al don de amor que se le ha dado. Leslie nos lo explica de manera muy hermosa, diciendo que la Virgen María, “No puede contener ese amor que tiene en su cuerpo… sale de prisa a amar”.

Para esta actividad, te invitamos a pensar en la Santa Misa como un lugar donde se nos invita a adoptar estas dos posturas de la Santísima Virgen. Con tu compañero de formación, contempla diferentes momentos de la Misa, y considera si se nos invita a tomar una postura de receptividad o de acción/respuesta amorosa en ese momento.

Por ejemplo, al inicio de la Misa, cuando el sacerdote extiende sus manos y dice, “La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo esté con todos ustedes”, podemos ver que se nos invita a tomar una postura de receptividad para poder recibir la gracia, amor, y comunión con Dios. Al igual, cada vez que decimos, “Amén”, se nos invita a tomar una postura de acción/respuesta amorosa a algo que se ha dicho o una bendición que hemos recibido.

A continuación se muestran algunos posibles momentos a considerar, puedes agregar uno propio:

  • Cuando se va a leer el evangelio y el diácono (o el sacerdote) va al ambón, y dice: “El Señor esté con ustedes”.
  • Cuando se leen las sagradas escrituras.
  • Cuando el pueblo dice: “Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Hosanna en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo”.
  • Cuando el sacerdote dice: “La paz del Señor esté siempre con ustedes”.
  • Cuando el pueblo dice: “Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme”.


Después de conversar sobre estos diferentes momentos de la Misa y la postura apropiada para cada momento con tu compañero de formación, escribe en el espacio provisto lo que aprendiste sobre estas dos posturas que nos enseña la Santísima Virgen.

“¡Oh Madre, fuente de amor, hazme sentir todo tu dolor para que yo llore contigo! Haz que mi corazón arda en el amor de mi Dios y en cumplir su voluntad”.  –Stabat Mater

En este segmento Leslie nos habla de cómo el Viernes Santo, cuando la Santísima Virgen María estaba parada (stábat) al pie de la cruz de su amadísimo hijo junto a San Juan, Dios le ensanchó el corazón para que le pudiera caber el mundo entero, incluyéndote a ti y a mí. Jesús nos la dio porque sabía que necesitaríamos una madre, y no solo una madre, sino una madre perfecta que siempre estuviese a nuestro lado. Pero para poder aprovechar su maternidad, tenemos que aprender a ser como niños.

Para esta actividad, considera las palabras de Leslie, “Con Dios nunca podemos pretender ser adultos. Siempre somos niños”. Sus palabras hacen eco de la Sagrada Escritura, que nos dice en Mateo 18:3: “Les aseguro que, si ustedes no cambian y se vuelven como niños, no entrarán en el reino de los cielos”. La invitación de ser como niños va en contra de lo que valora nuestra cultura, la cual reconoce más bien a las personas que parecen ser autosuficientes y poderosas.

El Catecismo nos enseña las características de la oración hecha con conciencia filial, o de un niño. Lee la lista de estas características en el párrafo 2778 del Catecismo una o dos veces. Luego, piensa en tu propia relación con la Santísima Virgen. ¿Cómo has podido asumir esas cualidades en tu relación con ella? ¿En qué aspectos te gustaría crecer?

“Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra; Dios te salve”. –La Salve

En este segmento, Leslie termina su bello recorrido del lugar de la Virgen en el Misterio Pascual. La vemos emerger como mujer de oración y mujer de esperanza.  

Para esta actividad, consideremos la primera parte de la oración, Regina Coeli, o “Reina del cielo”, una oración mariana y cristológica de la Iglesia católica en honor de la Virgen. Es una composición litúrgica a manera de felicitación a María por la resurrección de su Hijo Jesucristo, y sustituye el rezo del Ángelus durante el tiempo pascual. 

Léelo lentamente tres o cuatro veces, luego simplemente quédate en silencio y permite que la oración esté en tu mente y en tu corazón. Ten en cuenta que las palabras de esta oración se le dijeron a la Virgen María después que había presenciado la dolorosa muerte de su hijo. Considera, entonces, el significado de cada línea. Si hay alguna frase que te llame la atención de manera especial, toma un momento para orar con esa frase. Luego, en el espacio provisto, escribe sobre lo que surgió en tu corazón, escribiendo la(s) frase(s) que te llamaron la atención, la emoción (o emociones) que sentiste al rezar esta oración, y las conclusiones a las que llegaste en tu mente.  

G: Reina del cielo, alégrate, aleluya.
T: Porque el Señor, a quien has llevado en tu vientre, aleluya.
G: Ha resucitado según su palabra, aleluya.
T: Ruega al Señor por nosotros, aleluya.
G: Goza y alégrate Virgen María, aleluya. 
T: Porque en verdad ha resucitado el Señor, aleluya.

“. . . la Virgen María. . . ‘llena de gracia’, es ‘el fruto más excelente de la redención’.” –CEC 508; SC 103

Cuando nos toca enseñar algún tema, es muy valioso conocer a nuestra audiencia y considerar cuáles son las preguntas y confusiones que pueden tener. Podemos comenzar con los malentendidos que la gente tiene en general, pero nuestra enseñanza se vuelve más efectiva cuando sabemos las cosas que se les hacen difíciles a una audiencia en particular.

Para esta actividad, piensa en el grupo al que actualmente estás enseñando—pueden ser padres de familia, adolescentes, niños pequeños, tus propios hijos, etc.—o incluso si no estás enseñando a un grupo actualmente, puedes imaginarte al grupo que te gustaría enseñar. Imagínate que te toca enseñarles el dogma de la Inmaculada Concepción. ¿Cuáles pueden ser 1 o 2 de las preguntas que pueden tener tus estudiantes acerca de este dogma? Escríbelas en el espacio provisto. 

Ahora lee en el Catecismo los párrafos 490-493, sobre la Inmaculada Concepción. Usando tus propias palabras, trata de contestar a las preguntas que has escrito de manera sencilla y clara en el espacio provisto. Puedes usar la información del Catecismo, u otro relato, como el que usó Leslie en su enseñanza, para ayudarte a explicar este dogma.

“La piedad de la Iglesia hacia la Santísima Virgen es un elemento intrínseco del culto cristiano”. CEC 971; MC 56

Ya hemos empezado a pensar en nuestra relación con la Santísima Virgen en el segmento 3. Ahora recordemos ese ejercicio para dar el siguiente paso. En este último segmento del taller, Leslie nos habla de cómo podemos dejar que la Santísima Virgen nos acompañe, y permitir que realmente sea nuestra Madre Celestial.

El Catecismo nos asegura que la Santísima Virgen sigue intercediendo de manera poderosa por cada uno de nosotros (ver CEC 969). Para permitir que la Virgen María verdaderamente sea nuestra madre celestial, se nos invita a tener una relación de intimidad con ella. Para algunos de nosotros, esto es como el respirar, para otros, este tipo de relación puede ser algo nuevo y hasta intimidante. Lo bueno es que podemos crecer en este tipo de relación paso por paso.

Para esta actividad, toma unos minutos para rezar y considerar cómo Nuestro Señor te puede estar llamando a tomar el próximo paso en tu relación con la Santísima Virgen. En términos prácticos, ¿Cómo se vería tomar ese paso? Piensa en las diferentes maneras que sugirió Leslie para poder crecer en tu relación con la Santísima Virgen, u otra manera que se te pueda venir a la mente al rezar. Puede ser un paso grande o pequeño, dependiendo de tu situación, lo importante es que realmente lo implementes. Escribe tu reflexión en el espacio provisto.

¡Muchas felicidades por concluir este taller! El siguiente paso es responder la encuesta final a continuación, para que tu mentor sepa que has concluido el taller.

¿Cuáles son tus dos preguntas más importantes al concluir este taller?

¿Qué concepto adquirido en este taller fue el que más te sorprendió?

¿Cómo podrías ver esta información aplicada hoy día en tu ministerio (por ejemplo, como padre de familia, catequista en la parroquia, maestro o sacerdote, etc.)?

Felicitaciones por completar este taller. Como Cuerpo de Cristo, sigamos orando los unos por los otros, tal vez haciendo de nuestra petición de hoy una oración pidiendo la gracia para implementar lo que hemos aprendido en nuestras propias estrategias de enseñanza.

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