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El párrafo 2778 del Catecismo nos enseña sobre el carácter con el cual se nos invita a rezar el Padre Nuestro, y toda oración: parresia. El párrafo usa varias frases para explicar su significado:

Simplicidad sin desviación, que nos habla de la sencillez de corazón, de una actitud humilde y generosa, abierta a la voluntad de Dios.  

Conciencia filial, que nos habla de la confianza que los niños tienen a sus padres.

Seguridad alegre, como un niño que está en paz y feliz tan solo porque está cerca de sus padres. 

Audacia humilde, como un niño que, sabiéndose amado, puede intentar hacer cosas fuera de su zona de confort. 

Certeza de ser amado, como el niño que no se pregunta si sus papás lo aman, lo asume, lo vive, y se respalda en esa realidad. 

Cada persona tiene una relación con la Santísima Virgen que es única. Sin embargo, todos podemos aprender de este modo de rezar—pidiéndole al Espíritu Santo que nos ilumine las maneras en las que aún no confiamos plenamente en el amor y la intercesión de la Virgen a cada uno de nosotros.  Si le tuviéramos más confianza, ella podría hacer más por nosotros.

La Santísima Virgen se acerca a cada pueblo y a cada situación con su amor maternal.  Encontremos la advocación o imagen de la Virgen que nos conmueva más, y pidámosle que, si nos falta alguna (o algunas) de estas cualidades en la oración, que nos las conceda por los méritos de su Hijo amadísimo.