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Es muy valioso parar y tomar conciencia de todo lo que nos quiere dar Dios en cada Misa. Nos ofrece Su paz, Su amor, Su perdón, Su misericordia, Su guía, y la posibilidad de entrar en comunión con Él y participar de Su Amor Divino. Pero si no tomamos posturas receptivas en la Misa, puede ser que Dios mande todos estos regalos, pero al encontrarnos distraídos, indiferentes, o dormidos, los regalos que Él nos manda permanecen sin abrir.

Cuando asumimos una postura de receptividad en la Misa, como la que aprendemos de la Virgen María, podemos recibir esos regalos tan generosos de Nuestro Señor. Eso implica estar muy atentos a las palabras del sacerdote, las oraciones, y nuestras respuestas. Implica prepararnos para poder entender y conectar con los distintos momentos de la Misa, para estar listos para aprovechar la gracia de cada momento, y poder responder con el agradecimiento y amor apropiado.  

La Santísima Virgen María también nos enseña cómo responder amorosamente a los regalos que se nos dan.  Cada vez que nosotros como congregación decimos algo, estamos siendo activos. Es valioso reconocer que nuestra "respuesta amorosa" siempre viene después de haber recibido algo valioso de Dios: Su palabra, Su paz, Su presencia, Su llamado. Nuestro “Amén” es siempre en respuesta a los regalos que nos han sido dados. 

Cuanto más intencionalmente adoptemos la postura de receptividad, más nos daremos cuenta de cuánto se nos da, cuán profundamente somos amados y bendecidos en cada Misa. Esto hará impacto en la profundidad con la que respondamos. En lo sucesivo, nosotros tampoco seremos capaces de "contener ese amor que [tenemos] en [nuestro] cuerpo", y querremos compartir ese amor con el mundo. 

En concreto, encontrarás a continuación si el momento es de receptividad o acción/respuesta amorosa:


Somos llamados a vivir la Misa de manera intencional. El Catecismo nos dice que, “La Madre Iglesia desea ardientemente que se lleve a todos los fieles a aquella participación plena, consciente y activa en las celebraciones litúrgicas” (CEC 1141; SC 14). Pidámosle a la Santísima Virgen que nos ayude a entender y prepararnos para cada Misa, que nos ayude a asumir posturas de receptividad y de acción/respuesta amorosa para que Dios nos siga transformando a nosotros para ser más como Él, y por medio de nuestras vidas, transformando al mundo con Su amor.